Otavalo, la ciudad con el mercado indígena más famoso del mundo

Por: Simon Urwin

 

Introducción

La verdadera belleza de Otavalo reside en su gente, los indígenas Otavaleños. El Mercado de Artesanías que hace famosa a esta ciudad es, sin dudas, uno de los más espectaculares de toda Sudamérica. Dos cosas fundamentales vuelven tan atractivo a este Mercado: su excepcional oferta y su relevancia cultural. Lo que lo vuelve fascinante es el modo en que el visitante puede vivir la cultura ecuatoriana y las tradiciones de la Sierra en un mercado donde las generaciones actuales interactúan del mismo modo que lo hacían en la época histórica en que fue creado.

El mejor día de la semana para visitar este rincón de los Andes es el sábado. Este día el mercado se expande por las calles de la ciudad desde su sitio original de la Plaza de los Ponchos. También es posible visitar el Mercado de Animales. Siga nuestro consejo: llegue el viernes en la tarde, relaciónese con la ciudad, váyase temprano a la cama y ponga su alarma para las 5:30 AM. Sacúdase la pereza del sueño y camine o tome un taxi hasta el Mercado de Animales. Se verá a usted mismo siendo parte de una imagen digna de la National Geografic.  Sobre las 6 AM, con el sol asomándose por entre las montañas y proyectando increíbles sombras mañaneras sobre la ciudad, este Mercado está ya a punto de acabar sus labores que iniciaron horas atrás desde muy temprano en la madrugada. Súbase al pequeño promontorio que está justo detrás del Mercado y descubrirá un excelente punto para tomar increíbles fotos panorámicas. Será desde ahí un testigo silencioso de toda la vida y la actividad mercantil que se maneja en un lugar tan pequeño: compras, ventas, regateos, bramidos, mugidos, relinchos… Eso sí, deje de lado sus principios sobre los derechos de los animales pues aquí no hay lugar ni prioridad, ni siquiera manejo del tales conceptos, menos para tratar con cariño al “ganado”. Sobre las 7 de la mañana ya la actividad comienza claramente a decaer y todos inician su retirada. Es hora de “entrarle” al Mercado Artesanal. Antes, tómese una pausa para desayunar.

 

El mercado artesanal

Jorge Alberto G. Fernandez - Plaza de los Ponchos, Otavalo.4
La Plaza de Los Ponchos – Foto de Jorge Alberto G. Fernández

Este Mercado está ubicado en la conocida “Plaza de los Ponchos”. Un alucinante laberinto de telas y ropas de vivos colores se desparrama desde ahí por un gran número de calles aledañas a la Plaza todos los sábados. El resto de la semana, se restringe a la Plaza y a los locales comerciales de los alrededores. Casi de todo es posible encontrar mientras se deambula por las calles atestadas de ofertas, desde abrigos, pasando por charangos de armadillo, pinturas, bisuterías, artesanías, tapices para las paredes y hasta huevos fritos de cerámica. Un consejo gratuito: no se restrinja exclusivamente a la Plaza, camine y regatee por las calles más alejadas y puede que consiga por ahí mejores precios. Obviamente, mientras más compre, mejores precios recibirá. No tema alejarse de las calles principales pues toda la ciudad de Otavalo es un gran mercado donde podrá encontrar de todo lo imaginado y lo aun por imaginar.

 

Los indígenas otavaleños

Los Otavaleños han llegado a ser, posiblemente, la población indígena más próspera y más famosa de toda América Latina. En los últimos años se han diseminado por todo el mundo en una exitosa campaña por llevar la cultura andina al mundo. Puede ser que en parte por su éxito económico, los Otavaleños se las han arreglado para preservar cientos de años de tradiciones e identidad cultural. Son orgullosos y lo demuestran. Aun son fáciles de identificar por su vestuario tradicional: las mujeres con sus blusas blancas bordadas y sus collares de cuentas o mullos dorados, mientras que los hombres llevan el cabello largo tejido en una trenza, pantalones blancos por los tobillos, ponchos y sandalias.

Niño otavaleño jugando

La historia ha demostrado que los Otavaleños tienen un especial talento para todo lo relacionado con la producción textil y los negocios, (también para la artesanía y la música), desde épocas remotas, anteriores incluso a la Conquista inca. Bajo la égida inca, en el siglo xv, Otavalo se convirtió en un importante centro administrativo al introducir en el área nuevos cultivos y animales. Unos años después de la Conquista española, la tierra ecuatoriana fue parcelada y entregada a dueños españoles. En Otavalo, Rodrigo de Salazar estableció una enorme fábrica de textiles (obraje) en su propiedad. A mediados de los años 1500, empleó a cientos de trabajadores y produjo una amplia gama de textiles que tuvieron gran uso en la Sudamérica colonial. Los españoles introdujeron nuevos utensilios y fibras a esta industria del tejido y a principios del siglo xvii el taller de Salazar se había ya convertido en el más importante del país.

El actual auge textil en Otavalo despegó a inicio de la década de 1960 cuando los Otavaleños que trabajaban en la Hacienda Zuleta comenzaron a usar técnicas de tejido introducidas desde Escocia. De este modo fue que surgió el material llamado Casimir Otavaleño, que tiene un bajo precio y una alta calidad y que pronto encontró clientes importantes en diversas ciudades ecuatorianas. Los tejedores diversificaron con el tiempo sus producciones y muy pronto se establecieron por todos los rincones del país. Actualmente con más del 80% de los Otavaleños relacionados de un modo u otro con la industria textil, los productos de Otavalo se encuentran en todos lo mercados del mundo, desde aquellos en países vecinos como Venezuela y Colombia hasta los Estados Unidos, Europa e incluso Asia.

Jorge Alberto G. Fernández - Otavalo su Plaza central y la Iglesia.

Otavalo su Plaza Central y la Iglesia – Foto de Jorge Alberto G. Fernández

Comunidades cercanas

Ubicada a menos de 2 horas de Quito, la ciudad de Otavalo puede ser visitada en sólo un día, pero ciertamente limitando las opciones y dejando de ver muchos escenarios hermosos y dejando de hacer gran variedad de actividades que los alrededores tienen para ofrecer. La mayoría de los casi 50 000 Otavaleños vive en los alrededores de la ciudad distribuidos en unas 75 comunidades entre las que se destacan: Peguche, San José de la Bolsa, Selva Alegre, Cotama, Agato e Ilumán. En estas comunidades se puede ver en la práctica las habilidades textiles desarrolladas por los Otavaleños durante cientos de años, además de poder comprar sus producciones de primera mano.

Del mismo modo que Otavalo es famosa por sus producciones textiles, algunas comunidades cercanas también lo son por sus propias producciones. Tal es el caso de Cotacachi, el centro de la industria del cuero en Ecuador, donde el olor a cuero pulido se respira en el aire. La especialidad local de San Antonio es el tallado de madera. Su calle principal está llena de tiendas que venden de todo en madera, desde estatuas, pequeñas figuras talladas, marcos para cuadros y mobiliario de casas.

Además de la caminata a la Cascada de Peguche, existe un gran número de lagos en los cuales se puede pasar una tarde agradable. Entre ellos las Lagunas de Mojanda, el Lago San Pablo, las Lagunas de Cuicocha y de Yaguarcocha. Esta enorme región de Imbabura ofrece también grandes oportunidades para realizar cabalgatas, deportes náuticos, caminatas y andinismo. Varias de las haciendas y hosterías de la región ofrecen estas excursiones, incluso que llegan hasta Piñán y Apuela, en la Reserva Ecológica Cotacachi Cayapas.

 

Dónde alojarse y dónde comer

En Otavalo no faltan las opciones de alojamientos. En su gran mayoría se trata de hostales u hosterías, lugares limpios, amistosos y céntricos administrados por familias que ofrecen habitaciones con baños compartidos a muy bajos costos. Quienes deseen su propia ducha de agua caliente y otras comodidades como una chimenea y un vaso de vino, hay también abundantes opciones, menos baratas, en los alrededores, en hoteles y hostales con estándares superiores.

Muchos hostales permiten a sus huéspedes usar la cocina, por tanto quienes quieran ahorrar un poco y hacerse su propias recetas pueden comprar temprano sus ingredientes en el mercado y darse el tiempo de cocinarlos. Pero quienes no quieran darse ese trabajo, encontrarán muchas y variadas opciones de cafés, bares, restaurantes, que ofrecen desde crepes hasta pizzas y por supuesto platos tradicionales.

Muchas personas llegan los viernes para amanecer ahí sábado, así que recomendamos no llegar muy tarde, especialmente en temporadas altas, para no acabar deambulando por las calles en busca de algún espacio donde acomodar sus huesos en la noche. Para evitar tal cosa, es posible reservar con suficiente anticipación.

 

Haciendas

Para disfrutar de la tranquilidad y la belleza natural de los parajes cercanos, recomendamos desempacar sus maletas en alguna de las haciendas (históricas) de los alrededores. Estos enormes ranchos datan de los tiempos de la conquista y han sido escenario de gran parte de la historia del Ecuador.

Muchas haciendas perdieron grandes expansiones de tierra durante las revueltas indígenas de los años 60 y 70, pero actualmente viven en harmonía con las comunidades indígenas locales. Durante los años 90 muchas haciendas se volcaron hacia el turismo y se convirtieron en hoteles que proveen lujosos alojamientos, fina comida y excursiones al aire libre a los hermosos parajes andinos que las rodean.

 

Cómo llegar (desde Quito)

En transporte privado o taxi, el viaje a Otavalo además de resultar placentero, se torna bastante breve (hora y media aproximadamente).

Para quienes prefieran u opten por el viaje en bus, existen dos cooperativas: Los Lagos y Co-op Otavalo, que hacen la ruta Quito – Otavalo desde la Terminal Terrestre de Carcelén en el extremo norte de Quito. Los buses de Los Lagos salen con muy alta frecuencia durante todo el día hasta la noche, todos los días de la semana. A muy pocos minutos unos de otros. Los boletos cuestan $2. Las mejores vistas están del lado derecho del bus, osea, el lado oriental poniendo el sur a la espalda. En días claros es posible obtener vistas maravillosas de los volcanes Cayambe, Imbabura y Cotacachi. También es posible tomar buses a Ibarra o Tulcán y pedirle al chofer que te deje en la parada de Otavalo. Ojo con estos buses pues los sellan y sólo pueden parar a la entrada y a la salida de la ciudad, pero igualmente no están a grandes distancias del centro. Se puede caminar desde ahí o tomar uno de los abundantes taxis que hay por toda la ciudad y sus alrededores.

Para volver, recomendamos tomar el bus en la terminal, pero de igual manera, si estás cerca de la panamericana puedes hacerle señas a los buses que pasan y seguramente alguno parará y te llevará. Por lo general todos van a dar al terminal de Carcelén. Para el viaje de vuelta, siéntese del lado izquierdo y disfrute del paisaje que ofrece el lado oriental de la Panamericana Norte. No espere a última hora para comprar su pasaje y subirse al bus, los últimos buses a Quito suelen partir bastante llenos.